Las fotografías de esta serie, son el resultado de inyectar entre 0.3 y 1.5 ml de mi sangre en película instantánea Polaroid durante tres posibles momentos: antes de la toma, después de la toma o después del revelado.
En consecuencia, las imágenes no logran develar una imagen convencional, sino que se convierten en el sitio de encuentro entre la realidad y la imagen. Un intersticio en el que se mezclan las sustancias corporales y las de la fotografía, donde se confunden las sensibilidades del cuerpo y las del material fotográfico.